TUMBES
El viaje hasta Tumbes fue, sorprendentemente, sin novedades.
En el camino iba a detenerme en Máncora, que son las mejores playas de
Perú. Allí tiene
unas cabañas Chicho Mora, hijo de mis buenos amigos
Regine y Abraham (¿Recuerdan?
Mis anfitriones en Nuevo Chimbote...).
Pero decidí seguir, pues el riesgo de detenerme en un lugar tan lindo y si
Chicho ha
heredado los genes hospitalarios de sus padres, podía hacerme
correr el riesgo de
pasarme una semana, barriga al sol.
Llegué a Tumbes al mediodía.
Le llamé a Jorge Espinosa, que me había sido referido por Juan Fiestas.



Este amable amigo, ingeniero civil y constructor de varias obras importantes de Tumbes,
entre ellas el gran puente de acceso.

Tumbes, el Malecón sobre el Río

Jorge, de 81 años, tiene una vitalidad y una lucidez envidiables.

Paseamos por la ciudad, que tiene un malecón junto al río, verdaderamente bello. Me
ofreció estacionarme en un depósito que tiene junto a su casa.
Jorge me mostró una perla. Un edificio de 5 pisos, sin retiro en toda su altura, y con un
frente de 3.80 ms. Flaquito y peligroso.



Fuimos a su casa.
Al atardecer me llevó a escuchar una disertación en un centro de capacitación cercano.
Yo no tenía programado hablar, pero Jorge habló con las autoridades y me pidieron que
lo hiciera
.



 Habían unas 40 personas y fue una presentación muy exitosa. Me pidieron que, a mi
regreso, hiciéramos otra exposición, más completa y para un
grupo más numeroso.
A la salida fuimos a cenar y luego, a descansar.
 
Viernes 29La mañana la destiné a trabajar y durante la tarde visitamos con Jorge a Jorge Ugarte Boza,
un rotario, criador de camarones, que había conocido
la tarde anterior.
Jorge Ugarte - Camaronólogo y rotario.

Me propuso acompañarme hasta Zarumilla, en el límite con Ecuador, cosa que acepté
gustoso.

En la noche, Jorge Espinosa, me invitó a cenar a su casa, con su esposa Isabel y su hijo
Enrique.
 


Los Espinoza: Jorge, Enrique e Isabel

Enrique estudia ingeniería en Lima. Es un caballerito de 21 años, agradable,
respetuoso
y, por supuesto, mimadísimo por sus padres.

Durante la cena, se descargó una lluvia torrencial.
Cuando volví, descubrí que Clementina había hecho un cortocircuito y estaba sin luz, ni
agua. ¡Verdadera catástrofe!

Me quedé trabajando en ese tema hasta tarde, hasta que logré aislar el cortocircuito que
estaba en la conexión de la bomba de agua. Al menos
pude irme a dormir con la luz
restaurada. 
 
Sábado 30
En la mañana, a las 7, Jorge vino a invitarme a desayunar.
Nuevamente con Isabel y Enrique, que madrugaron para acompañarme.
Mientras nos despedíamos, me llamó Mateo Guerrero, a quien había conocido durante
la conferencia.
Me pidió que estuviera en Zarumilla
antes de las 8 y media, pues me esperaban para
hacerme una nota en
Radio Activa.

   

Salimos disparados a buscar a Jorge Ugarte y partimos a Zarumilla, que
está a 20
minutos de viaje.

Hicimos una larga y profunda nota en la única radio del lugar, que también se escucha
en la zona limítrofe de Ecuador.

Al terminar, Mateo nos invitó a un desayuno típico zamurillense.
Fuimos hasta una casita, saliendo ya del centro.
Sacaron una mesita y allí nos sentamos.



Lugar de desayuno en Zarumilla

Lo primero que sirvieron fue un café con leche. Empezamos bien , me dije.

Pero, inmediatamente, trajeron un plato con pescado frito, cebollas rebanadas, bananas
y papas fritas y una ensalada verde, todo acompañado con jugo de
limón azucarado y
aguado.

Tuve que comerme todo, pues era una suerte de agasajo de Mateo, pero debo reconocer
que la leche con cebolla, no es lo que más me apasiona.

Como remate, el olor a pescado atrajo a las moscas... miles de moscas... peruanas...
ecuatorianas... y sospecho que algunas llegaron desde Colombia.


Moscas de Zarumilla, Machala, Calí, Jalisco y Miami

Luego fuimos a conocer la casa de Mateo, que tiene, además, una ferretería
frente a la
plaza. Es una casa inmensa, de tres pisos, junto a su ferretería.



Plaza de Zarumilla, desde la terraza de la casa de Mateo

Un sobrino suyo fue a cambiarme los soles que me quedaban en dólares, que es la
moneda corriente de Ecuador.

Partí y Mateo me acompañó, en su auto y con su sobrino, hasta la aduana, donde tuve
que pagar una multita de 3 dólares, pues había perdido lo que se
llama la Tarjeta Andina,
que me dieron a la entrada.

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