TALTAL
Llegué a Taltal en un par de horas. Una ciudad hermosa. Limpia, pequeña, con gente muy amistosa.
Me estacioné sobre la plaza, frente al Teatro Alambra.

El Teatro Alhambra

La señora del kiosco me indicó que fuera a comer al restaurante “Marea Alta”, ahí cerquita.
Buena comida, un lugar podría decirse que elegante y ordenado. Comí muy bien.
Taltal es una de las ciudades más lindas, ordenadas, limpias y amistosas que he conocido hasta ahora. Un lugar para conocer y para quedarse



 
Al salir, había parado un matrimonio de holandeses junto a la Cleme, que también andaban de travesía, pero sólo Argentina y Chile.
Mientras charlábamos, se acercó un señor y preguntó si estábamos de paso.
Los de Nederland lo miraron con cara de: ¿Qué habrá dicho este tipo?, porque no hablaban español.
El hombre se presentó: “Soy Guillermo Hidalgo, el Alcalde de Taltal y quería invitarlos para esta noche. Acá, en la Plaza tenemos una fiesta, tocan música grupos de jóvenes y tenemos una feria de platos... será a las 8 y media”
Obviamente, acepté gustoso. Se los comente a los “naranjas”, que dijeron que tal vez vendrían.

Alcalde Guillermo Hidalgo

Intercambiamos fotos con Guillermo, que es cordial y amistoso y mandó a buscar su máquina para tener un recuerdo con la Cleme, que, seguro, se va a poner inaguantable de vanidosa.

La Cleme con los Carabineros de Taltal

Me vine y pedí autorización para estacionar frente al Recinto de Carabineros y aquí estoy, a punto de bañarme y cambiarme para ir a la fiestita, que después les contaré.
 
Domingo, 20 de diciembre, 2009
 
Hoy es domingo a la tarde. Son las 5.
Anoche fui a la fiesta del pueblo. Habían unas 400 personas, bastante considerando que todo Taltal tiene 15.000 habitantes.
Todo iluminado, lleno de vida, música y comida.
Comparen la Plaza de tarde y de noche.

A la tarde

6 horas después

Se vivía una suerte de alegría generalizada, difícil de describir. Eso, en las grandes ciudades no existe.
Allí estaba el Alcalde socialista, muy elegante con sus 58 años (Es Alcalde desde hace 18 años). Me saludó efusivamente y me dijo: “No te vayas a ir. He traído un material de promoción de Taltal para darte”.
Me presentó a un concejal Sergio (después pongo el apellido, no me acuerdo, pero le dicen Queco).

El Queco, concejal radical

Con el Queco nos fuimos a caminar y conocer los hitos de interés local. Me llevó a un comedor católico que él conduce y que, diariamente, le da de comer a 65 chicos, en general, de capacidades especiales.
Hacen 3 años se quemó la iglesia del pueblo. Me mostró la maqueta de la que están construyendo, IDENTICA a la que se quemó.

Fuimos a ver unas casas sobre la costa, totalmente construidas en madera y que datan de hace 160 años. Me mostró los cañones con los que se defendió la ciudad en la Guerra del Pacífico y varias cosas más, como una máquina de tren a vapor, restaurada por su propio padre.
Lo de Queco es interesante: Gana us$ 840, como concejal, que los dona cada mes para el comedor que conduce. El vive de otros us$ 700 que gana como Jefe de Correos, mas el aporte de su esposa que es maestra.
Cuando volvimos, ya Guillermo Hidalgo no se veía.
Probamos algunos de los platos típicos, me tomé una Cola ‘e Mono y me fui a dormir.
Como a las 12, sentí que golpeaban a Clementina.
Estaba frente a Carabineros, por supuesto, pero aún así pegué un salto y fui a la cabina.
Había un auto estacionado sobre un puente, con las luces prendidas.
Grande fue mi sorpresa cuando ví que se bajaba Guillermo, el Alcalde, y me recriminaba: “¿Por que te fuiste? Te estuve buscando para darte esto…”
Folletos, libros, afiches y tarjetas al por mayor.
Nos despedimos, le agradecí la hospitalidad y de nuevo al sobre.

Lunes, 21 de diciembre, 2009 
Esta mañana me levanté a las 6. Desayuné. Revisé a Clementina, me despedí de los gendarmes y partí hacia Antofagasta.
Hay 2 alternativas: la Ruta 5 o el camino costero, que es 100 kms más corto.
Naturalmente, opté por éste último. Lo que nadie me dijo es que había que subir la Cuesta Coloso y que, en la mitad, habían 13 kilómetros en reparación.
Para que se formen una idea, en 39 km se sube desde el nivel del mar hasta los 2.156 m de altura. Realmente, un sufrimiento, entre otras cosas porque el camino es bordeando grandes cañadones.
Además, al salir de la Cuesta, empieza el desierto en toda su inmensidad. Y soledad. Y calor.
Yo había hablado con Clementina, apenas salí. Le había dicho que no se le ocurriera hacer ninguna picardía en el desierto.
Parece que entendió el mensaje, porque como a las 11 estaba entrando, victorioso, en Antofagasta.
Di una vuelta para reconocer la ciudad y ¿a que no saben donde paré?
¡Correcto! Frente a carabineros y allí estoy.
Me comuniqué con María Angélica Briones, del RC Caliche; con Jaime Bello, representante del Gobernador y con Mauro Robles, Director de El Mercurio Antofagasta, para ordenar las obligaciones de mañana.
Ahora me voy a pasear un poco por la ciudad.
Será hasta pronto.
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