LIMA - HUACHO
Miércoles 13
 
Durante el día no hice nada destacable.
Rutina, orden interno y trabajar en la modificación del Power Point de presentación, que necesitaba varios retoques.
Hablé con Coriolano García Milera, por contacto dado por Pepín José Guzmán, amigo de Rodolfo Vela y Carlos Hernando, quien estaba viniendo a Lima, pero me dijo que me esperaría al día siguiente en Huacho.
La visita a Pepín Guzmán, merece un párrafo aparte.
Le comentaba yo que los argentinos estaríamos siempre en deuda por la ayuda brindada por Perú.
“Ah, sí? –preguntó- y de que se trató?”
“Nos dieron los Exocet que tenían y, además creo que mandaron unos Mirage o Super Etendart...”, le contesté, con grandes dudas sobre lo que afirmaba.
“Así es –ratificó, con una sonrisa- Fuimos con una escuadrilla de 8 aviones. Un camarada, lamentablemente, quedó allí... sólo volvimos 7”.
Quedé asombrado... “no me digas que tú....”
“Sí... yo participé en la Guerra de Malvinas, fui uno del 8 que fuimos y de los 7 que volvimos...”
Lo abracé... no sabía como agradecerle... fue un emotivo momento... él, peruano, había defendido nuestra soberanía, mas valientemente que lo que lo hacen muchos de nuestros actuales gobernantes, desde atrás de sus escritorios...
Al anochecer, me pasó a buscar Martín y su esposa Sonia, para ir a dar una charla en el Rotary que él preside.
Fuimos a un “chifa” de San Borja, una suerte de restaurante oriental “peruanizado”.
La reunión fue en un salón exclusivo del primer piso. Comida oriento-peruana.


 
Luego de la charla, uno de los asistentes, Carlos Sánchez Leiva, dijo que, como aporte a la Travesía, me regalaría el seguro para Ecuador.
Charito Escudero y Henry Málaga se ofrecieron a contactarme con rotarios de Guacho, mi próximo destino.
 
JUEVES 14
 
En la mañana fui a las oficinas de Carlos Sánchez a buscar la póliza y, luego, él y su esposa me acompañaron hasta la salida de Lima.
Partí a Huacho. En el camino me llama Carlos Cruz Sipan, del RC Huacho. Quedamos de vernos a mi llegada.
Llegué alrededor las 3 de la tarde. Busqué el Hotel Centenario, fácilmente ubicable y muy conocido.
Mientras, estacionaba, sentí un grito: “Cheee! Que hacés por aquí...? Como está la Argentina?”
“Zas! Un compatriota...” –pensé-.
No, era Coriolano “Collo” García, el administrador del Hotel, que estudió 4 años en Córdoba y nos imita a la perfección.



Abrazos, como si fuéramos amigos de toda la vida.
Me dio la cochera del hotel y allá fuimos con Clementina.
Al rato aparecieron Carlos Cruz y otro rotario, Juan Huertas.
Lo mismo. Como si nos conociéramos desde hace años.
Tomamos un café y me llevaron a conocer el Balcón de Huaura.

Desde aquí San Martín hizo la Primer Proclama de la Independencia de Perú

En esa bahía desembarcó San Martín.
Conocí la casa donde vivió el General, desde su desembarco hasta marchar a Lima.
La vieja casona se mantiene intacta y estar parado en el balcón desde donde se hizo la Primera Proclama sobre la Independencia Peruana, fue emotivo.
La oficina donde trabajaba San Martín se mantiene intacta, con su mobiliario original.

 
 
Volvimos y quedaron de pasarme a buscar para que fuera a la cena a dar una charla en su club, esa noche.
Así fue.

  
 
Excelente reunión. Charla. Intercambio de presentes. Y al sobre.
 
Viernes 15
 
En la mañana, llegaron varios intercambistas de Rotary. Jóvenes de Estados Unidos y Suiza. Me invitaron a vistar unas tumbas, pero preferí ponerme a trabajar.
Fuimos con Collo a la Alcaldía. El Alcalde estaba en Lima. El Teniente Alcalde (una suerte de Vice), no había ido a trabajar.
Desde allí (primera experiencia personal en moto-taxi), le apuntamos al Gobernador.
Tampoco había ido a trabajar... “A lo mejor, viene de 2 y media a 4... sino... el lunes”. Evidentemente, Huacho, ese fin de semana, estaba en piloto automático.

Al menos, esto, es positivo

En la noche, me buscaron para ir a casa de Carlos Cruz a comer una parrillada con los intercambistas.
Una experiencia única. La casa, ubicada en lo que se llama La Campiña, es amplia, confortable y sin vecinos. La comida, excelente. Y el grupo humano, unos 10 rotarios y sus esposas, un verdadero lujo.
Volvimos tardísimo. Me trajo Juanito Huertas.
 
Sabado 16
 
En la mañana, decidí ponerle rejas a las ventanas de Clementina.
Despues pongo la foto. La tengo en la otra cámara.
Después de la experiencia que viví en Ica y sabiendo que mientras más al norte vaya, es mayor el nivel de inseguridad, me pareció oportuno sacrificar la estética para ahorrar un poco de adrenalina.
Fuimos con Miguel, un colaborador de Collo a buscar un sitio adecuado.
Finalmente, y tras buscar en varios lados, encontramos un taller que aceptó hacerlo de inmediato. Le puse rejas hasta a las ventanillas de la cabina y aproveche para cerrarla con telas mosquiteras. Si bien no son absoluta garantía de seguridad, pues con una simple barreta podrían arrancarlas, pero, al menos, van a disminuir el entusiasmo de los simples rateros.
Comprar los materiales, dar las indicaciones y ayudar a la colocación me llevo casi todo el día.
En la noche, fuimos con Collo a comer a un chifa, a comer comidas típicas. Por supuesto, todas con el maldito arroz, que he llegado a odiar.
 
Domingo, 17 de enero
En la mañana, cuando fui a desayunar, Collo había dejado indicaciones que me dieran un desayuno huachano.
Desayunar junto a la pileta del Centenario, es un verdadero placer. Vean el lugar:








 
El desayuno huachano consiste en un mix de zumos de frutas regionales, unas salchichas o chorizos rojos desmenuzados y revueltos con huevos y tamales de maíz. Muy rico, pero yo lo rematé con un café con leche, para no perder los hábitos argentinos.
La mañana la pasé acondicionando a Clementina para el decolaje.
Fui a un negocio a comprar algo y encontré estos simpáticos carteles.
Dos riesgos mayores: los billetes falsificados y las “pirañas”, grupos de jóvenes y chicos que agreden, en patota, a los turistas y en pocos segundos lo dejan en calzoncillos.


 
Espero que, si alguna vez me toca a mí, primero, ande con dólares falsificados y, segundo, tenga colocados unos calzoncillos de seda, muy elegantes, que tengo.
Cargar los tanques de agua fue un suplicio porque la red no tenía fuerza para levantarla a un metro, que es donde está la boca de carga. Me tomó casi dos horas.
Luego almorzamos con Collo. Probé los anticuchos. Son trozos de corazón de res, a los que previamente se los deja un día en maceración en una suerte de vinagre y luego se cocinan con yuca, una papa fibrosa.
Según Collo era la comida que se les daba a los esclavos antes de la independencia.
En lo que a mí respecta, pueden volver a dársela a los esclavos. Yo, paso.

Despedida de "Collo" García Milera

En el hotel de Collo estaba almorzando Luz, una rotaria que conocí en el club local, con su hijo, que es presidente de Leones. Me invitaron a dar una charla, a mi regreso, en el Lions de Huacho.
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