HUACHO (retrocediendo)
Salí para Huacho. Son unos 400 kms.
El paisaje se empieza a poner árido. Estoy entrando en el Perú desértico.
Camino a Huacho, debo pasar por Casma, pero no pararé. No vaya a ser que me vea la señora “enfermita” que me cantaba salmos nocturnos a la ida. Por las dudas, paso de largo.
Huarmey, en el camino, es una pequeña ciudad, muy bonita, junto al mar, preñada de mototaxis. Da la impresión de no tener más de 30.000 habitantes. 
Un poco más adelante, se pasa por la Fortaleza de Paramonca, que es el límite del imperio Chimú. Está sobre un cerro, construida en barro y adobes. Da la sensación de ser una pirámide de varias terrazas. En la zona se veían muchos indígenas que, probablemente, vivan en la fortaleza o en sus alrededores. Todo el lugar está rodeado de grandes arrozales.
Llegué a Huacho, como a las 4 de la tarde.
Me estacioné junto al Hotel Centenario y Coyo salió a recibirme.
Estaba con una simpática y muy linda señora, Dora Pineda Cuellar, presidenta de la Asociación de Hoteles y Confiterias.
Dora le llamó a una amiga suya, Lita Román Bustinza, que es directora de una Escuela Profesional de Turismo y Hotelería de la Universidad José Faustino Sánchez Carrión, quien quedó en venir al Hotel a las 7 de la tarde para arreglar alguna charla a sus alumnos,
Me bañe, me cambié y esperé a Lita, con quien arreglamos una conferencia, en el mismo hotel, para pasado mañana, miércoles, en la tarde.
En la noche, vino a visitarme Nancy (Chili), la locutora de televisión. Estuvimos tomando algo. Me invitó a su programa de mañana. (o sea de hoy, esto lo estoy escribiendo en la mañana).
 
Martes 16 de marzo
 
Me levanté temprano. Desayunamos con Coyo en el hotel y me puse a trabajar, aprovechando Internet.
Hoy habían dos eventos importantes a la hora del almuerzo y Coyo, además, tenía que viajar a Lima.
Charlando con Miguel, un colaborador de Coyo, que es de la zona de Iquitos, me enteré de algo que, realmente, es difícil de creer.
La gente de Iquitos habla de una manera muy particular. Cosas que podrían llamar con un solo nombre, le dan un giro para describirlas, realmente muy simpático.
Veamos.
Al hielo, le dicen “del agua, su duro”.
A la leche, “de la vaca, su jugo”.
A la espalda, “del pecho, su tras”.
Y este es el más gracioso, a los helicópteros les llaman, “del cielo, su ventilador”.
Puede parecer increíble, pero más de una persona me lo confirmó.
Más aún, ví una publicidad televisiva, donde una viejita, promocionando una farmacia, dice: “Inkafarma... de Iquitos, su botica”.
A otra cosa.
Al mediodía vino a buscarme el marido de Nancy, para ir al programa de TV, pero le pedí que lo dejáramos para el día siguiente, porque estaba muy cansado.
El resto del día, lo pasé, junto a la pileta, trabajando en Internet.
Me voy a apolillar.
 
Miércoles, 17 de marzo
 
En la mañana, me despertó Carlos Cruz, que se había enterado que estaba por acá y decidió venir a visitarme.
Tomamos desayuno juntos, en el hotel y quedó de venir al atardecer.
Al mediodía almorcé y me fui a Cablecolor, al programa de Nancy, que se llama Tropicolor.
Allí estaba, hermosísima, como siempre. Hicimos una nota ágil y prolongada.
Cuando volví al hotel, sintonicé el programa, que dura 3 horas, y ella, en cada corte, seguía haciendo referencias a la entrevista y a la travesía.
A las 4 de la tarde empezó a llegar gente para la conferencia. Fue un núcleo de estudiantes bastante nutrido, unos 45. También vinieron 4 damas de un Club de Leones (una de ellas, Dora Pineda, que las había invitado).
Cuando concluyó la conferencia, Dora y sus amigas (Luzmila Espinoza y Betty), me invitaron a tomar unos pisquitos en su hotel, Casablanca.
Casablanca es otro lugar de ensueños. Ubicado en una zona llamada La Campiña, son 2 hectáreas de confort y buen gusto. Pileta de natación, área para deportes, caballos y zona para equitación, animales variados (llamas, caballos, conejos, ganzos, gallos enanos). Todo enmarcado en una moderna construcción de estilo rústico.
Pasamos un rato muy ameno y allí conocí a una familia estadounidense, que me invitaron a visitarles cuando pase por Mississipi.
Me trajeron al hotel y aqui me quedé.
 
Jueves 18 de marzo
 
Temprano, preparé a Clementina. Cargué tanques.
Llegó Coyo de Lima y desayunamos juntos, mientras esperaba a Lita Román, que había quedado de venir con su marido, el Ing. Alberto Carranza López, después de dejar a su hijita en el colegio, para que yo los acercara hasta Lima.
Lita, puntual, llegó a las 8 y, después de despedirme de Coyo, partimos a buscar a su marido y... proa a Lima.
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