COQUIMBO
La ruta a La Serena y Coquimbo es muy buena. Doble vía, separada al medio por defensas y en muy buen estado. Lo único negativo son los 5 peajes a razón de us$ 5 c/u, total us$ 25, más la gasolina a us$ 1,25 y Clementina consumiendo casi 15 litros por cada cien km.

Buenas rutas a Coquimbo

Estoy sorprendido. Clementina, como si entendiera, no molestó en todo el viaje.
Son unos 400 km. Llegué a Coquimbo como a las 3 de la tarde.
Es una ciudad con las mismas características de las del resto de Chile. Calles angostas. Algunas construcciones coloniales. Con una bahía encantadora y rodeada de 2 o 3 cerros muy habitados.


 

Bahía de Coquimbo


En uno de ellos, está la Cruz del Tercer Milenio que, desde donde anclé –el estacionamiento del Terminal, muy recomendable- la veo perfectamente desde la ventana del dormitorio.



 

Cruz del Tercer Milenio

Al llegar, le pregunté a una mujer, Sonia, donde podía estacionarme. Ella fue la que me mandó aquí.



 

SONIA, la gentil


El estacionamiento es baratísimo us3 de 0 a 24, con seguridad, a una cuadra de un supermercado inmenso y a dos cuadras de pleno centro.
Tuve que ir a Movistar, porque mi teléfono perdió la señal. Parece ser algo frecuente con los servicios de roaming, porque Mario, el técnico, le quito la batería, lo reinicializó y listo.
Fui a comprar víveres y elementos de limpieza. Hice orden interno y antes de tocar silencio, me bañé.
No quiero contar lo que es bañarse en un cubículo de 1 m por 0,70 cm. Tengo los brazos llenos de machucones, la cabeza con 100 chichones y he logrado salvar mi virginidad en no menos de 3 oportunidades.
Me voy a descansar.
 
Miércoles, 16 de diciembre, 2009 
Esta mañana me levanté temprano y descubrí que el baño de anoche había sido demasiado prolongado. No tenía agua en el depósito.
Desayuné (afortunadmente, tengo leche, café en polvo y elementos para preparar sandwiches, todo sin agua) y le consulté a la chica de vigilancia. No tenía idea de donde podía obtener agua. Fui a dos estaciones de servicio y nada. En uno de los servicentros, me dijeron: “¿Por qué no le pide a los bomberos?... ellos tienen mucha”.
Y así fue. Averigüé donde estaba el cuartel de bomberos y allá fui. Me atendió una amabilísina chilena, Marcela Pereira (con i latina), que me permitió meter a Clementina al Cuartel y, no sólo llenarle los depósitos, sino también lavarla.



 

Marcelita Pereira, bombera y bombom
 


 

Clementina y los bomberos

Cumplida esta tarea fui a dar una charla al Colegio Pedro de Valdivia. Su directora, Hortensia Ayala Martínez, había reunido 3 cursos de los últimos 2 años.
Mas allá que no es época de clases y que están rindiendo sus exámenes, habían 78 alumnos en el salón.
Lo que debía ser una charla de 45 minutos, se prolongó por las interesantes preguntas de los jóvenes a, casi, una hora y media.
La directora que encantada y yo, mucho más.
Como a las 4, me cambié y encaré para Copiapó, como unos 350 km.
Para encontrar la salida, paré una señora y le pregunte. No quieran imaginárselo. Entre 100.000 habitantes que tiene Coquimbo, ¡la volví a parar a Sonia!
Es como sacarse la lotería. Ella fue quien me avivó: “Usted me preguntó ayer y yo le dije que fuera al Terminal”.
Y, sobre el pucho, “Si quiere, yo le indico como salir. Busco mi coche y tengo que ir hasta la ruta. Sígame”.



 

Sonia, enseñándome la salida

Así fue. Y agradecido. Porque salir de Coquimbo no es "moco ´e pavo".
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