MEJILLONES
Al salir de la Corporación, de pronto, sentí un olor muy característico.
-         ¡Fuiste vos! –le dije a Clementina.
No me contestó
-         ¡Somos dos! ¡Y yo no fui! ¡Fuiste vos! – le repetí
-         Sí, es cierto, pero... ¿qué querés?... me dolía la panza... y vos no parás nunca...
-         Está bien... esperá un cachito... enseguida paramos, cuando estemos más solos...
-         Gracias... – contestó, tímidamente.


Clementina, cumpliendo con sus necesidades fisiológicas

 
Me vine a Mejillones.
Llegué casi de noche. Pedí autorización y estacioné frente a Carabineros.
Estaba cansado. Me bañé y me acosté, relativamente temprano.
 
Miércoles, 23 dic 09
 
En Mejillones. Frente a los Carabineros. Mala noche, muchos transeúntes y las veredas muy angostas. Pasaban. Se paraban. Leían. Comentaban.


Plaza de Mejillones
La ciudad, muy limpia. Carece de árboles. Sólo algunas palmeras enanas en el centro de los boulevares. En las calles normales, ni uno.
Tampoco hay semáforos. Ni accidentes. Simplemente se respetan los carteles “Pare” y “Precaución”. Poquísimos autos. Todos caminan.
Un detalle, tiene 24 antenas que permiten a cualquier persona conectarse gratis a Internet, mediante WiFi.
A las 9 fui a ver a Don Marcelino Carvajal, el Alcalde.


Alcalde Marcelino Carvajal, donante de chocolates


Me recibió casi de inmediato.
Un hombre bajo, muy agradable, locuaz.
Ha sido reelecto durantes 5 períodos de 4 años, cada uno.
Una de las paredes de su despacho estaba TOTALMENTE cubierta de llaveros. Habían miles. Los colecciona.
Intercambiamos ideas y experiencias durante casi una hora.
Defensor del progreso de su ciudad, pero conciente que el crecimiento poblacional podría deteriorar la calidad de vida que hoy tienen y que es excelente.
Sin embargo, entre ayer y hoy, durante el día, vi en 3 oportunidades a gente joven totalmente alcoholizada. Uno de ellos se me acercó a la Clementina y parecía “mosca potera”, no me lo podía sacar de encima. Pero no era agresivo, sólo pesado.
El puerto que le da vida a la ciudad se llama Angamos y está a 8 km del centro.
Muchos de sus habitantes, como en casi todo el Norte de Chile, trabajan en las minas.
Al finalizar, le dejé mis humildes folletos y él se descolgó con libros, folletos, un pin de Mejillones y, obviamente, un llavero. Como si esto fuera poco me regaló bombones y dos bolsas con chocolates (más de 100), justo un día después que el análisis de glucemia me dio 1,45. Suerte perra la mía.
Al terminar, estacioné a Clementina junto a la Capitanía del Puerto y me quedé disfrutando del mar, mientras chateaba con Mariana, mi hija, y Virginia, mi asistente.

Capitanía del Puerto de Mejillones

Fui a almorzar a uno de los 3 “restaurantes” de Mejillones.
Me lo aconsejaron como “bueno”. Como serán los otros. Mis sospechas comenzaron en la misma puerta.


Restó 5 tenedores (el 6º, come con la mano)


Estaba lleno, pero las mesas eran compartidas. Me tocó con un matrimonio bastante agradable y con un “gallo” con pinta de curda, pero que bebía jugo de frutas. Jugo de frutas, en serio. No jugo de uva prensada, fermentada, estacionada y embotellada.
Menú único: Caldillo, pescado con arroz y ensalada (¿qué pescado? ¡Ah! ¡No sabemos!... pescado, nomás) y postre... nada. En esta casa jamás se ha servido un postre, ¡ni se servirá!
Como contrapartida, la cuenta fueron solamente us$ 10. ¡Muy barato!
¡Salí con intenciones de ir a un supermercado a comprar víveres.
¿Supermercado? Las tumbas etruscas, supermercado.
Nada abierto hasta las 5 y media o 6.
Descanso obligado.
A las 5 me fui a una reunión con el rector del Complejo Educacional “Juan José Latorre”.


Area de deportes del complejo

Allí estuve reunido con don Iván Madariaga, rector desde hace 6 meses.


Ivan Madariaga


Otra reunión de 1 hora, pero sin chocolates al despedirnos.
Cuando ponderé las virtudes de Mejillones, me contestó que “hasta cierto punto... como consecuencia de las mineras y el agua contaminada con arsénico, tenemos una altísima incidencia de cáncer... mi propia esposa tuvo uno de vejiga, el año pasado... el 70% de los cánceres de vejiga de Chile, se desarrollan en esta zona minera... estoy esperando jubilarme para irme a vivir a otro lado....”
Metí violín en bolsa, me despedí y salí silbando bajito.
Hice las compras y puse proa a Tocopilla.
 
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