ARICA
 
Miércoles, 30 de diciembre, 2009
 
Me levanté a las 6. Me preparé. Desayuné. Revisé a Clementina y partí como a las 7.
Llegué como a las 11 y media.
Arica es una ciudad muy particular. Diría que toca ambos extremos. Tiene zonas muy ordenadas, limpias y, diría, suntuosas.






 
Como contraposición tiene un zona céntrica tortuosa, es casi un gigantesco mercado persa. Algunas calles son tan angostas que sólo cabe un auto. La Clementina pasaba raspando y yo creo que si abría una puerta, volteaba alguna gordita que iba por la vereda.




Obviamente, no la conocí a fondo. Solo estuve unas horas, pero, por lo que vi, creo que no sería “mi lugar en el mundo”.
Apenas llegué, contacté al Dr. Carlos Córdova, 34 años, Secretario Ejecutivo del Consejo Regional, una suerte de Ministro Coordinador de Gabinete. Quedamos en reunirnos a las 4.
Me recibió muy informalmente vestido con ropa deportiva.


Dr. Carlos Córdova

Lo más gracioso (no sé si se la puso al saber que yo soy argentino) era su remera: “Bielsa Presidente”. Le tome una foto para escarcharlo aquí, como corresponde.
Tuvimos una larga charla. Fue muy gentil y, al saber mi interés por conocer las momias chinchorro, trató de que me recibieran en el museo correspondiente.
Fue inútil. Las momias estaban de vacaciones hasta el próximo lunes.
Me despedí y, dados algunos detalles que había observado, decidí partir de Arica.
Lo primero fue la camiseta del Ministro. Razón, de por sí, excluyente para optar seguir por ahí.
Lo segundo un cartel invitando a una fiesta de fin de año en “Fandango”, con José Villanueva y sus Maravillosos...


 
Lo tercero fue un sitio para tatuajes, con un sillón sobre la calle. Me pregunté si, al segundo pisco, no me sentarían allí y me pondrían un piercing, en vaya a saber que lugar.


 
Y, por último, lo que me terminó de decidir fue la fachada de la sucursal Arica, de las tiendas españolas, “Zara”.
Al ver los maniquíes colgando del cuello o los otros con las piernas amputadas, me dije “Rajemos, ¿que me pueden hacer a mí?”



Puse proa a Tacna.
Apenas había recorrido un par de kilómetros, cuando Clementina me dice:
“Me duele la caja...”
“Joder, Clementina, justo ahora... ¿estás segura que es la caja?”, le pregunté.
“No sé... me parece... es por ahí abajo, el dolor”, me contestó.
Creo que tenía razón, porque yo notaba la palanca de cambios muy “sueltita”.
Me paré. Miré la palanca y, efectivamente, se le había salido el buje de goma.
Una tontería, pero así no podía seguir.
Me volví. Encontré una gomería y, uno de los empleados, Mauricio, se avino a levantar a Clementina, en su rampa elevadora.
Desde abajo, demoré un par de minutos en solucionar el problema, pero ya había perdido casi una hora.

Momento Importante, para Clementina y para mí.
 



Obsérvese, a la derecha, el logo de la Gloriosa Novena Camada del LMGE, al momento de entrar a Perú

Luego, el tema de aduanas, una hora más...
Consecuencia, llegué a Tacna de noche. Justamente, lo que no quería.
Busqué una comisaría y les pedí estacionarme al frente. Me dejaron.
Dos cosas graciosas, a la llegada.
Apenas llegué, fui a cargar combustible.
“¿Cuál le echo?”, me dijo la joven que me atendió.
“La mejor... ¿Cuánto vale?”, pregunté.
“13 soles”
Saqué, mentalmente, la cuenta. ¡Casi 5 dolares!
¡Sonamos! –pensé- no llego ni a Ecuador... me fundo antes...
Como habrá sido la cara que puse, que la chica se largó a reír...
“Tranquilo... tranquilo... 13 soles, el GALON, no el litro...”
Eso fue antes de entrar en la ciudad.
Poco después, un taxi me toca un par de bocinazos cortos...
¡Sonamos! –pensé- ¡Ya me la mandé! ¿Qué habré hecho?
Llegando al centro, otro que me toca bocina... y luego otro...
Ya no pensé en una infracción, sino en que algo podía pasarle a Clementina.
Me estacioné. Di una vuelta alrededor, pero no encontré nada.
Estaba subiendo y otro imbécil que me toca bocina.
No había hecho nada que lo mereciera.
Hasta que me di cuenta... no era a mí...
Los taxis, para indicar que están libres... tocan dos bocinazos cortos...
El centro era de locos... llenos de taxis buscando gente...
La comisaría está en pleno centro, detrás de la Catedral...
El tema fue cuando me fui a dormir...
No quiero contarles lo que fue tratar de dormir, con el correcaminos, haciendo “bi...bip, bi...bip”, al lado de mi cabeza, cada 2 minutos... y así fue hasta la madrugada...
 
Jueves 31 dic 09
 
Mi teléfono había dejado de funcionar, al cambiar de país.
Lo que me preocupa son los mails que me entran allí, así que lo primero que hice es ir a Movistar... me tomó casi 2 horas la reconfiguración en el servicio técnico.
Además compré un chip de Perú, para el otro teléfono, de manera que pueda comunicarme localmente.
Cambié dinero y luego traté de contactar con un abogado al que me había referido mi amigo Roberto Uliarte.
Pero, claro, hoy es 31... imposible.
Ya desde el momento en que me habilitaron el teléfono, empezaron a entrar los mails.
Creo que deben haber sido más de 100. Escriben los amigos, los parientes, muy especialmente, mis compañeros del liceo, amigos que he conocido durante el trayecto, inclusive, gente que todavía no conozco.
Me he pasado el día contestando saludos. Todos son estímulos. Todas son palabras de aliento. A veces, temo que algo pueda ocurrir y que no pueda cumplir con el objetivo.
Miren lo que hizo Pedrito Sin. A las 22:33 me entra la copia de un email que había mandado a los referentes de la Fundación Liceísta, pidiéndole que me acompañen y estimulen.
El gesto es importantísimo, pero estar pensando en la forma de ayudarme 1 hora antes que se acabe el año, lo transforma en inmenso... increiblemente inmenso.
Es una carga pesada. Son tantos los que quieren ver a este viejo logrando lo que se propuso, son tantos los que me estimulan, los que me apoyan, los que me ayudan, los que están “empujando” a la Clementina...que tengo temor... terror... de defraudarlos.
Bueno, basta de intimidades.

Viernes, 1 de enero

Tacta es una ciudad pequeña, pero agradable.
Tiene una Plaza de Armas, con un arco, pequeño, pero de un formato parecido al que caracteriza a Saint Louis, en Estados Unidos.







También su caredral es bella. Una construcción neorenacentista, con un interior somolar a la vieja Iglesia de Loreto, en Mendoza.







En Tacna, como en todos lados, Clementina durmió junto a la policía, que aquí se llama PNP.



Antes de salir, decidí ir al Automóvil Club a revisarle los frenos a la Cleme.
Se acuerdan de aquella vieja y muy buena película griega "Nunca en Domingo".
Bueno, en Tacna van a filmar la parte dos, se llamará: "Nunca en Primero de Enero".




El Touring & Automóvil Club del Perú estaba cerradísimo. No había nadie ni en el vecindario.
Mas aún, ni siquiera vi una estación de servicio. No sé si tendrán en Tacna.
Me largué igual y llegué a Moquegua, alrededor de las 6 de la tarde (eso creía, ya verán porqué).

¿No tiene un airecito a Arco de Desaguadero?

Me había llegado un email de mi amigo Roberto, contándome que partía a Costa do Sauipe, en un programa "All Included".
Esto fue un golpe bajo para un tipo que hacen casi 10 días no conoce una cama (la última fue en Antofagasta).
De manera que pensé que me merecía un buen descanso.
Busqué un buen hotel, cuatro estrellas (aunque yo sospecho que, con 3 estaría bien calificado) y aquí estoy... disfrutando de un merecido descanso.
Mañana sigo. Estoy cansado.
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