LAMBAYEQUE
Partí al mediodía.
Cuando llegué, hacia las 4 de la tarde, me dí cuenta que esa no era una ciudad para quedarme. Demasiado populosa.
Calles angostas. Un tráfico infernal.
Consulté y, a 8 km, estaba Lambayeque.
Decidí probar allí. Y fue una elección afortunada.
Cuando entré a Lambayeque, vi una casa con el emblema rotario.
Me paré y consulté. No había ningún rotario, pero le llamaron al presidente y me pusieron
en contacto con él.

“No le vaya a decir señor Rodríguez –me dijo quien me recibió-, pues no le va a contestar.
Dígale “Trico”, que es como se le
conoce aquí”.
Parecía una broma, pero no lo era.
Trico es uno de esos personajes de colección.
“No te muevas de ahí –me dijo, por teléfono-, en 5 minutos llego”.
Y así fue.
Amistoso. Cordial. Orgulloso de ser rotario... y feliz de recibirme. Así fue Trico.
Cuando le consulté donde podía estacionarme, me guió hasta un Eco-Hostal en las
afueras de Lambayeque.

Un lugar de ensueño.





Eco-Hostal Mamita Helmita - ¡Espectacular!
Su dueño, Juan Fiestas, me recibió con mucha amabilidad y nos autorizó a quedarnos
con Clementina.

Luego me puse en contacto con William Guerrero, un médico que me había referenciado
Telmo Lu.


Dr. William Guerrero - ¡Tipazo!

Cuando Juan escuchó la conversación con William y, que yo
le hablaba de parte de Telmo,
su cara cambió. El es amigo de 
ambos.
Inmediatamente, se negó a que yo me quedara en la Clementina y me dio un
departamento del hostal.

Realmente, amable y hospitalario.
Trico me llevó a dar una vuelta por Lambayeque. El pueblo no es grande y lo recorrimos
en un rato. Es verdaderamente muy lindo.

Me mostró el “Balcón más grande de América”, una vieja casona con un balcón en “L” de
una extensión no menor a 60 ms.

La casa está en restauración y, pese a que están totalmente prohibidas las vistas, Trico,
que todo lo puede, logró.

O que el sereno nos dejara pasar. Están realizando una obra monumental.
Me mostró su sorprendente casa, de adobe, con paredes de 80 cm de ancho, techos
altísimos, sostenidos rollizos de madera.

Debe tener no menos de 100 años. Muy bien ambientada por su esposa.
Fuimos a comer a un chifa cercano y luego fuimos a la reunión de Rotaract.
Habían allí unos 10 jóvenes reunidos. Pese a ser sábado a la noche, estaban trabajando
muy seriamente en sus asuntos.

Les di una charla somera e intercambiamos ideas, en una muy cordial reunión.
Domingo 24
Un domingo de pleno descanso.
Solo salí al mediodía para almorzar. Fui en un mototaxi a un restaurante llamado “Rincón
Norteño”. Pedí pato arvejado y me dieron
un ladrillo con arroz. Muy elegante, pero
desastroso. No recomendable.

Volví al Hostal “Mamita Helmita”. Deben saber que fue totalmente construido en adobes
huecos, para aprovechar sus cualidades aislantes.

Los departamentos tienen todo el confort de un hotel 4 estrellas, pero con una
particularidad, si el pasajero quiere TV, teléfono o cualquier
otro artefacto “no natural”,
debe solicitarlo especialmente o ir fuera de
la zona de descanso.
Tiene una estupenda pileta central rodeada de los departamentos. Más atrás hay una
zona de deportes y, en la parte delantera un gran salón
comedor y una inmensa playa
de estacionamiento.

Pleno de plantas y flores es un verdadero paraíso anti-stress.
El ruido más intenso que puede oírse es el batir de alas de las mariposas.
Un mosquito puede parecer un Stuka de la Luftwaffe.
Disfruté todo el día de esa paz tan especial que invita a la meditación.
Definitivamente, estaba necesitando un día así.
Lunes 25
En la mañana me pasó a buscar Trico y, juntos, fuimos a encontrarnos con Jorge Baranyarán, alias “Bichalola”. Es un abogado, con alto sentido del humor. Vino con su
nietito Carlos.

Partimos los 4 rumbo a Tucumé, un museo de sitio arqueológico. Muy interesante.
Jorge es un erudito en los temas autóctonos. Nos guió con unas explicaciones dignas
de ser grabadas. Lo hice.

Ascendimos a un mirador para ver las “huacas”, inmensas pirámides truncas,
construidas con adobes huecos.

Al retorno, fuimos a comer “cebiche de picantería”. Picanterías son comederos muy
pequeños, rústicos.
En este caso, era una habitación
pequeña, donde una señora ofrece solo cebiche y
chicha, no chicha morada,
sino una de maíz dulzona y ligeramente fermentada. Chicha
de Jora.

Lo mejor fue el costo. Comimos los 4 y pagó Jorge la moderada suma de ¡dos dólares!
Al regreso, fuimos con Trico al Rotary de Lambayeque, donde conocí a Tomás Tello,
exquisito rotario, con quien fuimos en la tarde a Chiclayo,
para reunirnos con el
gobernador.


Tomás Tello

Previo fuimos a comer a un restaurante llamado Pacífico, donde comí
arroz de 3 sabores:
una primera capa de arroz con langostinos, una capa
intermedia de una tortilla de
cangrejos y de base arroz con “conchas
negras”, un marisco parecido a las almejas
original de Tumbes. Excelente
comida. Previamente, me habían servido una copa de
“leche de tigre”,
un extracto caliente de pescado muy picante. Tan picante que, como en
el cebiche de Chimbote, adjuntan una tarjetita con el número de bomberos, por las dudas.
Trico pidió un “espesado”. Maíz molido, arroz amarillo y carne de pecho de toro.
En la tarde, como dije, tomamos un taxi y fuimos al centro de Chiclayo, que está como a
unos 10 kms.

Lo primero, fue conocer a Carlos Castrillón, odontólogo y past Gobernador de Rotary.
Delgado, más bien bajo, ágil, todo simpatía y amabilidad.

Fuimos a tomar algo a una confitería. Intercambiamos ideas con Carlos quien me
demostró que, en cuanto a Rotary, no había llegado a Gobernador
de casualidad.
Nos despedimos y yo pensé que no nos veríamos nuevamente.
¡Craso error!
De allí nos fuimos a ver a otro rotario, Franklin Pisfil, un joven dueño de una importante
Joyería, “Heber Joyas”. Franklin conocía bien la
Argentina. Charlamos un rato y, al
despedirnos, me regaló un
portatarjetas con la imagen del Señor de Simán.
Entonces, nos fuimos a ver al Gobernador de Rotary, Luis Aguilar.

Lucho Aguilar - Gobernador Distrito 4460

Nos recibió en las oficinas de su empresa de marketing.

Tuvimos ua larga reunión. Fotos, presentes y despedida.
Yo había quedado, telefónicamente, con Elmer Calderón, un amigo de Telmo Lu de que
iríamos a tomar un café cuando fuera a Chiclayo.

Me pasó a buscar, en su auto, por una esquina y allí partimos.
Me llevó a sus oficinas. Descorchó un excelente champagne italiano y el café pactado
quedó en el olvido.
Una persona agradable, en extremo. Con un exquisito nivel cultural.
Estuvimos, charlando, un par de horas.
Obviamente, pese a ser sólo dos, no era cuestión de desperdiciar el champagne italiano.
Nos bajamos, parejito, la botella.

Luego, me llevó a Lambayeque. Buena persona, Elmer. Espero volver a verle.
Martes 26
La despedida de Lambayeque fue realmente emotiva.
Me levanté temprano. Ordené a Clementina. Recuperé mi ropa que la había mandado a
lavar.

Llegó Carlitos Castrillón. Luego fue Juan Fiestas. Un poco más tarde William Guerrero y,
por último, Trico Rodríguez.




Trico, Juan, William y Carlitos - ¡Increíbles amigos!

Parecía mentira. Allí estábamos los cinco. Reunidos. Desayunando.

Con el mismo afecto y camaradería de los amigos de años.
No me daban ganas de arrancar.
Nos tomamos unas fotos.
Una de ellas nos la tomó Icha, la esposa de Juan, que tiene un humor excepcional.
Cuando todos posábamos, para que sonriéramos, en vez
de pedirnos que dijéramos
“Whisky”, nos gritó “Digan ¡Clítoris!”...
obviamente, salimos todos sonriendo...
Me regalaron una guanábana para el viaje (fruto exquisito, del tamaño de una sandía) e Icha  me guió hasta la salida. Partí, pero un pedazo de mí se quedaba con esos nuevos grandes amigos que se confabularon para darme un desayuno-despedida inolvidable.
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