Me levanté temprano y decolé hacia Nuevo Chimbote.

Llegué como a la una de la tarde.

Me fui a almorzar al Pollo a las Brasas “Gonzalito”, que ya había comido antes. Probé una Chaufa de Langostinos y luego fui a estacionarme a la puerta de la casa de Abraham Mora, bajo su ponciana.

El guardián de la puerta me dijo que estaba dentro, pero eran las 14:30 y no me pareció un horario oportuno para incomodarlo.

Había internet en el aire (Wi-Fi), de manera que aproveché para trabajar hasta las 5 de la tarde.

Estuve charlando con Mariana, un rato largo

Luego, fui a comprar víveres y a visitar a don Reyes (recuerdan la familia que me acompañó a la ida hasta el supermercado).

Su hijo, se había comunicado conmigo por email hace unos dos meses y me había comentado de su preocupación por una enfermedad que afectaba a su papá. Yo me comprometí a verle cuando volviera.

Allí encontré al matrimonio, que me recibieron con gran alegría.

Afortunadamente, a don Reyes lo habían operado hace 18 días y su estado era óptimo.

Nos despedimos y volví a lo de Abraham.

Me atendió Regine, tan amable como siempre.

Abraham estaba con una ligera faringitis, pero se levantó y cenamos los 3. Una muy grata cena, como no podía ser de otra manera, con unos anfitriones como ellos.

Me voy a acostar. Estoy bastante cansado.

 

 

Me levanté muy temprano y me fui lo de Neme (Normotors-Renault), a cambiarle el aceite a Clementina.

Allí llegó Neme y me presentó a un tío suyo, Luis García R.,español de Galicia, que vive en Guayaquil y conduce una empresa naviera de Ecuador. Se dedica a la comercialización de atún. Venía llegando de comprar un par de barcos en Alaska. Intercambiamos tarjetas y quedamos en que lo visitaría en Manta, donde está la empresa, o que él visitaría Mendoza. Una persona agradable y amistosa.

En ese momento, me pasó a buscar Abraham para que fuéramos a desayunar, en Chimbote, con Lucho Lozano Rodríguez (¿recuerdan al médico que me recibió a la ida?) y, ambos, me presentaron a Carlos Lam, quien participó de la reunión.

Abraham partió a atender su consultorio y Lucho me llevó a buscar a Clementina. Ya estaba lista.

Cuando me despedí, telefónicamente, de Abraham, me dijo: “Te voy a hacer una amenaza... si no vuelves pronto... voy yo...”.

Lo que mi amigo no sabe es que esa no es una amenaza... es una esperanza.

Si hay algo que me gustaría es poder ser su anfitrión en Mendoza.